Sala de Lectura en Tláhuac contagia a habitantes pasión por libros



Sala de Lectura en Tláhuac contagia a habitantes pasión por libros. La sala forma parte del Programa Nacional Salas de Lectura que impulsa Conaculta, a través de la Dirección General de Publicaciones y la Dirección General Adjunta de Fomento para la Lectura y el Libro, el cual ha logrado activar 3 mil 771 salas distribuidas en todo el país.




México.- El primer recuerdo que tiene de su acercamiento a los libros es cuando su abuela le leía algunos, todos los días junto a una cocina de humo y esta experiencia durante su infancia convirtió a Néstor Ramírez Peña en un apasionado lector.

Dicha alegría que le da la lectura lo hizo dejar a un lado los números y promover las letras; su profesión es contador público, pero ha encontrado en la promoción de la lectura su forma de vida, de ahí que desde hace nueve años dirija una Sala de Lectura en la colonia La Conchita, en la Delegación Tláhuac del Distrito Federal.

La sala forma parte del Programa Nacional Salas de Lectura que impulsa Conaculta, a través de la Dirección General de Publicaciones y la Dirección General Adjunta de Fomento para la Lectura y el Libro, el cual ha logrado activar 3 mil 771 salas distribuidas en todo el país.

En entrevista, el promotor comparte los momentos de retribución que le ha dejado dirigir esta Sala de Lectura, que es su motor de vida y el espacio para compartir su amor por los libros con la población.

Lo que iba a ser su comedor-sala, hoy es el punto de reunión con los niños, jóvenes y adultos que se interesan en la lectura.

Todo comenzó cuando era un infante: "Yo tenía una abuela materna que me leía muchos libros, no obstante que ni siquiera terminó la educación básica. Del libro que a ella le había gustado, nos contaba la historia en la cocina de humo que había en casa, mientras hacía las tortillas y nos daba de comer".

Estos recuerdos lo han motivado a mantener su sala bajo la siguiente filosofía: es un espacio abierto, libre, donde no hay reglas para leer un libro, sino un lugar donde se debe disfrutar y gozar de la lectura:

"Creo que esto nos ha servido para que funcione el proyecto, ya que a nadie se limita, se deja que cada quien tome el libro que le interese".

Se trata de una sala muy activa que está conformada por un acervo de cerca de seis mil títulos, una cifra que ha aumentado por las adquisiciones personales que hace el titular y donaciones de particulares y del Conaculta.

Todos los miércoles y viernes se llevan a cabo las reuniones en su casa, de las 18:00 a 20:00 horas, donde los participantes conviven sin importar su edad, su sexo o condición económica. En el primer día se organizan actividades de animación a la lectura, mientras que en el segundo se hacen lecturas en voz alta.

"Una vez que acabamos las actividades se escuchan las opiniones de todos para saber lo que piensan o lo que sugieren al otro compañero. Nadie critica a nadie, es un punto de convivencia donde el respeto se impone", expresó.

Han llegado a asistir hasta 80 personas por día a su sala, no sólo por la gratuidad de su oferta, sino por el ambiente lúdico y de respeto que ha logrado generar Ramírez. Es durante las vacaciones escolares que el lugar registra mayor afluencia.

De acuerdo con el titular, los participantes muestran distintos gustos literarios. A los niños les interesan los volúmenes con imágenes, a los jóvenes los de poesía y novela, mientras que los adultos prefieren otras lecturas.

Las amas de casa gustan de aquellos que brindan información que sea útil para su hogar, como recetarios de comida tradicional mexicana.

La mayor satisfacción para el promotor es ver cómo cambia la perspectiva que tenían los participantes sobre los libros.

Antes los rechazaban o sentían cierta repulsión, hoy se han convertido en sus acompañantes. Además, también observa mejoría en su dicción y en su lenguaje, porque entre más lee más se amplia su vocabulario y se mejora su forma de expresión.

"Al principio todos me decían que estaba loco por querer promover la lectura cuando a la gente no le gusta. Peor aún que lo hiciera en mi casa sin recibir ninguna retribución económica, pero yo me siento muy contento con el simple hecho de ver que alguien tome en sus manos un libro y se deje cautivar con sus páginas. El mayor pago es que me venga a tocar a mi casa y me pidan que abra cuando no es día de sesión", finalizó.





29/06/2009

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