Escritura y suicidio




Ivi May Dzib
Apuntes de un escribidor

2009-09-10


Quien piense que escribir una obra literaria es un momento de relajación en el que se está a salvo del mundo, se equivoca; escribir no es nada cómodo, sino un ejercicio de tensión en el que se transpira la desesperanza, el odio y la pasión, aunque al final, muy al final (y en pequeños atisbos durante el proceso), se halla una luz en el camino, no es masoquismo, sino una fórmula para sentirse purificado, otra forma de canalizar la vida.

Cuántas veces no se ha dejado la vida y se ha terminado en el desencanto, ya que no se encuentra el soporte para concluir nuestro trabajo; cuántos cafés, cuántas noches, cuántas diversiones se han pasado por alto por unas palabras que al final de cuentas no siempre redituarán en un logro mediático, sino en poesía o literatura, literatura de verdad, creo que a eso se refieren con sacrificio.

No basta con escribir 20 líneas en forma de verso para decir “hoy escribí 5 poemas” y luego aventurarse en el Play Station: la vida de personajes y no de seres programados por una industria están en juego.

La literatura es un proceso tan vívido que necesariamente el que lo escribe tiene que salir lacerado, no puedes jugar con la vida sin salir ileso. El problema es que mucha gente sale más afectada de lo que debería de ser, la mayoría de las veces por patologías psiquiátricas, particulares formas de vida en la infancia y en la adolescencia y en algunos casos (muy poéticamente) porque el destino los había elegido.

Pienso en Argentina (ahora que ando leyendo a Veronese), y lo primero que se me viene a la memoria es Alejandra Pizarnik, poeta de altos vuelos, cuya juventud y adicción a los fármacos muchos lo pasaron por alto gracias a su talento, un talento marcado por la depresión.

El 25 de septiembre de 1972, mientras pasaba un fin de semana fuera de la clínica psiquiátrica donde estaba internada, Pizarnik se mató de una sobredosis de seconal, tenía 36 años.

Otra argentina que también se suicidó y tenía su mundo en la poesía fue Alfonsina Storni, quien compartió además la vida artística y cultural del grupo “Anaconda” con Horacio Quiroga y otros escritores. La poesía de Storni se inscribió en el postmodernismo latinoamericano.

El 23 de octubre, viajó a Mar del Plata; dos días después, alrededor de la una de la madrugada, Alfonsina abandonó su habitación y se dirigió al mar, donde se dice caminó hasta llegar a su muerte. Esa mañana, dos obreros descubrieron el cadáver en la playa, la poeta murió a los 46 años.

La historia del uruguayo Horacio Quiroga, uno de los narradores más importantes de Latinoamérica, es por más singular, de esas vidas que se dice “fueron marcadas por el destino”: su padre murió en un accidente de caza (el escritor, siendo un niño, vio cómo se produjo tal accidente); su padrastro y posteriormente su primera esposa se suicidaron; además, Quiroga mató accidentalmente de un disparo a su amigo Federico Ferrando. Ante todo esto se puede entender el papel que juega la muerte en sus cuentos, donde los personajes perecen con un horror y naturalidad, de tal manera que pareciera que Quiroga ya está acostumbrado a dialogar con la muerte.

El 19 de febrero de 1937, Horacio Quiroga apareció muerto por ingestión de cianuro, poco después de enterarse que sufría de cáncer gástrico. Su hija tiempo después también se suicidó.

Así como éstos podemos hablar de muchos otros casos de suicidio y literatura como el de Virginia Wolf, Kostas Karyotakis, José Agustín Goytisolo, Sylvia Plath, Jack London, Reinaldo Arenas y muchos otros.

No es mi intención apologizar el suicidio ni mucho menos dar a entender que hay que tener patologías psiquiátricas para poder crear literatura, sólo hago referencias a algunos escritores que he leído y que considero que su literatura es sumamente valiosa, ya que la aqueja ese dolor humano que no cualquiera es capaz de contener en las palabras.

Tampoco es mi intención hacer una biografía de cada uno de los autores de los que he hecho mención, mi único fin es hablar, como escribidor, del riesgo que contiene la creación de una obra de arte, aunque hablo de aquellas en donde en verdad está en juego la vida y el mundo.






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