Profundiza la UNAM en el estudio de la lectura en la primera infancia


  • La sociedad ha vuelto invisibles a los bebés al considerarlos sólo como un manojo de necesidades, señala la especialista Eva Jánovitz

  • Debemos verlos a los ojos y no menospreciar su inteligencia



De Mónica Mateos-Vega ®
Periódico La Jornada
Martes 18 de octubre de 2011, p. 4


¿Bebés lectores? Sí. Y mientras más pequeños se inicien en la maravillosa experiencia de la lectura, incluso desde el vientre materno, mejor.

Con la finalidad de reflexionar en torno a esta idea, la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), por conducto del Instituto de Investigaciones Filológicas (IIF), de nuevo toma la iniciativa con proyectos de vanguardia para el fomento de la lectura en el país.

El 26 de octubre comenzará en el IIF el primer diplomado Lectura en primera infancia, dirigido a profesionales dedicados a la atención de niños entre 0 y 6 años. En el curso se profundizará en el estudio de la lectura en primera infancia, desde enfoques pedagógicos, lingüísticos, literarios, síquicos y sicológicos.

Se busca, sobre todo, dirigir el análisis y el estudio a la práctica educativa de los asistentes, mediante cinco módulos que abordarán los siguientes temas: El niño en primera infancia; La lengua: cultura, estructura y léxico; ¿Qué es leer?; Literatura para los más pequeños; y Estrategias y espacios de encuentro con la cultura escrita.

El curso académico es coordinado por Aurelia Vargas Valencia, directora del instituto; Tsitsiki Olivares, y Eva Jánovitz, quien, en entrevista con La Jornada, explica: “La sociedad ha vuelto invisibles a los bebés por creer que en esta etapa las personas somos sólo un manojo de necesidades básicas, lo cual es todo lo contrario, como demuestran diversos estudios científicos".

“El diplomado se sustenta, justamente, con enfoques e investigaciones que determinan que de los 0 a los 6 años es cuando se construyen los cimientos del ser humano. El encuentro es un acto de justicia para con los más pequeños.

Se piensa que la estimulación temprana se refiere sólo a trabajar físicamente con el bebé, pero se ha descubierto que el cerebro requiere también estimulación, y en ello el lenguaje tiene un papel fundamental, pues brinda la posibilidad de desarrollar y poner a actuar un montón de neuronas.

Jánovitz, con más de 15 años de experiencia en la promoción de la lectura y pionera en el trabajo con bebés lectores, señala que no es únicamente el lenguaje de lo cotidiano, sino el poético o el relato, lo que debe compartirse con los infantes.

“La literatura ocupa un lugar fundamental en la creación del vínculo niño-adulto, pues está cargada de afectividad y hace posible que madre e hijo establezcan una comunicación muy profunda. Es un absurdo ver a la lectura sólo como el proceso de juntar letras; entendemos mal lo que signifi-ca lectura, pues resulta que ésta empieza, en un sentido más amplio, desde que el bebé se encuentra en el seno materno."

El bebé lee al mundo a través de lo que percibe y empieza a interactuar con el medio. Se sabe ya que a partir de los cuatro meses de gestación el único órgano completamente desarrollado es el oído; entonces el bebé responde ya a la voz materna. La lectura tiene que ver con la adquisición del lenguaje; no podríamos leer y escribir si no hubiera una apropiación de la lengua oral.

Pero si la lectura transforma bebés en seres humanos más sensibles e inteligentes, la experiencia de compartir con ellos la lectura es aún más esperanzadora, pues es capaz de transformar también a los adultos, añade Eva.

“Quien no fue lector de niño tiene una segunda oportunidad al compartir la experiencia con sus hijos pequeños. Además, nunca un adulto tiene más disposición de estar con los niños que en la primera etapa de su vida, en la cual hay mucha sensibilidad, están abiertos los poros afectivos. Mi gran esperanza es que así paremos la locura de los adultos.

Hay que mirar a los ojos a los bebés, no menospreciar su inteligencia, y si bien no se sabe qué entienden, hay que confiar en ellos, pues no se trata de entablar una relación de control, sino de confianza. Se trata de realizar un esfuerzo leve, con experiencias que no requieren la inversión de mucho tiempo. Y, ojo, no se trata de enseñar a leer a un niño de tres años; eso lo harán cuando esté maduro y tenga las experiencias necesarias, concluye.

Este encuentro académico se realiza después de la exitosa experiencia del diplomado La literatura infantil: una puerta a la lectura, el cual lleva ya dos ediciones, también auspiciado por el Instituto de Investigaciones Filológicas (La Jornada, 10/9/10).




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