LEER CUANDO SE ESTA ENFERMO.







Tiempo detenido.

Esto, exactamente esto, es lo que experimentan muchas personas cuando están hospitalizadas o cuando están enfermas y deben asistir a consulta médica.

El tiempo en cama, no por descanso o por placer sino por necesidad, impuesto por una condición de salud; o el tiempo a veces muy largo, de la espera en consultorios o laboratorios, es como tiempo detenido en el que además no puede hacerse mucho, y lo poco que puede hacerse es bastante monótono.

Asociar la lectura a estos momentos es algo bastante usual, una lectura que por lo demás es también bastante particular : pues los textos que se encuentran en estos espacios no se pueden elegir; en su mayoría son textos viejos que han perdido actualidad y aún vigencia; son en su mayoría revistas en muy malas condiciones, muchas veces incompletas; son objetos de lectura que nadie teme que se lleve alguien consigo; y son, para no extendernos, textos con los que los adultos tratan de entretenerse pero que los alejan de sus pequeños convirtiéndolos en acompañantes mudos y sordos a las necesidades e inquietudes de los niños.

También está esa otra lectura, la de la televisión; ese medio de comunicación que ha ganado una especie de omnipresencia en las habitaciones de los hospitales y salas de espera ; una especie de imposición de la imagen y el sonido aún en momentos en los que se anhela el silencio. Texto televisivo que no puede ofrecer ese contacto personal que es tan necesario cuando nos sentimos vulnerables, enfermos. Televisión que excusa el silencio y la falta de palabras para compartir entre padres e hijos en esos momentos cuando son tan importantes.

Estos dos tipos de lecturas, bastante pobres y en verdad distorcionadores de la inmensa riqueza psicológica y cultural que la verdadera práctica provee, son los que por lo general encontramos en los espacios en que se atienden los problemas de salud de adultos y niños: hospitales, clínicas y consultorios médicos.

Sin embargo, esta es una evolución, que podríamos llamar perversa, de una práctica antigua y en verdad importante.


Una vieja historia

Leer a alguien que está enfermo, o leer mientras se está en cama hospitalizado es algo tan antiguo que se encuentran referencias desde el siglo XII en el hospital Al - Mansur de El Cairo, y siguió presentándose como práctica mas o menos corriente al pasar los siglos.

Pero fue sólo a partir de la primera guerra mundial cuando esta acción se afianzó como una aliada en la recuperación emocional de los soldados que volvían del frente con graves heridas que los obligaban a prolongadas estancias en las instituciones de salud

Se pierde un poco ese primer auge, para ser retomado ya de manera definitiva desde la segunda guerra mundial en algunos hospitales de varios países de Europa y en Estados Unidos. En especial alimentó una corriente interesante de apoyo a terapias siquiátricas, de la cual se deriva el término con que se denomina en muchos lugares y bajo el que se encuentra catalogado en la red informática virtual: Biblioterapia.

En nuestro país, leer en los hospitales es algo que se ha hecho en algunas ciudades, por lo general gracias a la iniciativa de varias bibliotecas públicas. Desafortunadamente la falta de recursos ha determinado la cancelación de todos estos proyectos.

Un programa novedoso

Palabras que Acompañan - Dolex /GSK es un programa de acompañamiento lector especialmente dirigido a niños y jóvenes que atraviesan problemas de salud. Desde el año 2002 esta acción de retribución social se viene desarrollando progresivamente hasta llegar hoy a tener presencia en cuarenta y dos hospitales y clínicas en siete ciudades capitales.

Es una propuesta bastante novedosa y poco convencional. No por lo de llevar lectura a los hospitales, ya vimos que es una práctica muy vieja. Es novedosa por la conjugación de varios elementos : primero por el tipo de financiamiento, frente a casi todas las experiencias mundiales apoyadas por entes gubernamentales u organizaciones como la Cruz Roja, este programa es posible gracias al compromiso con la comunidad de esta empresa privada y la dirección del medicamento. Segundo, por la claridad en sus lineamientos, que determinan al acompañamiento lector como un verdadero aporte al mejoramiento de la calidad de vida de los niños y jóvenes hospitalizados en el país. Y tercero, por el diseño de atención y la constante preocupación por la calidad de cada uno de los componentes que la hacen posible.


Las líneas que orientan estas Palabras

Más allá de una simple intervención en que se utiliza la lectura para aliviar por un momento la estancia de los niños en el hospital, el programa trabaja por crear espacios reales de encuentro entre lectores y libros, espacios de comunicación con otros y espacios de palabra.

No es ir a leer por leer, es ir a leer porque esa acción permite transformar profundamente una realidad agobiante y dolorosa, cruzada por el miedo y en donde la pérdida de la autonomía es casi total.

“Palabras que Acompañan” busca crear oportunidades de reconstrucción del mundo íntimo de cada uno de los pequeños pacientes con los que entra en contacto. Esa serie de espacios personales que están completamente intervenidos por la dinámica hospitalaria, tienen aquí una posibilidad para rearmarse, o armarse por primera vez, para recuperar su lógica, y el control por parte del niño. Su mundo ya no es sólo la enfermedad y todo lo que gira en torno a ella, su mundo está lleno de otras muchas cosas, inquietudes, conocimientos y deseos.

Y es esta certeza la que permite la recomposición de una imagen de si mismos que el dolor y los tratamientos han ocultado. Recuperada esta imagen o ganada en este proceso, se hace posible enfrentar con valor muchas circunstancias que anteriormente controlaban al niño y a sus acompañantes. Él ya puede decidir si desea leer o no, si quiere leer esto o aquello, si necesita callar o hablar de lo leído, si se da permiso para expresar la rabia, el miedo, la esperanza.

El tiempo en el hospital deja de ser tiempo detenido para convertirse en tiempo recreado, tiempo de imaginación y conocimiento, tiempo para compartir con otros, con autores e ilustradores que presentan su visión del mundo, que cautivan con la fuerza de una historia bien contada, que muchas veces hablan de cosas similares por las que pasa ese lector niño o joven y que dicen con muy buenas palabras lo que ellos han querido decir tantas veces.

Tiempo de encuentro con los lectores del programa que están allí y ofrecen leer para y con el niño, para y con la madre o el padre. Un acompañante que respeta cada uno de los derechos del pequeño como lector, pero principalmente como ser humano, al no relacionarse con él desde su enfermedad sino desde su especificidad de niño y joven al que encanta la voz y el relato.
Espacio para encontrarse de otro modo con los padres, de compartir gustos y expresar diferencias, de identificarse o distanciarse amorosamente para ganar autonomía ; de encontrar qué hacer juntos con todo ese largo tiempo que sobra en el hospital. Tiempo para mirarse a los ojos y decir lo que necesitan decirse, o lo que no necesitan porque saben que el otro lo sabe y lo comprende.

Y por último, tiempo para encontrarse consigo mismo. La lectura acompañada por cualquier cómplice, o la autónoma y más íntima, permite construir un espacio físico y temporal muy personal, en donde es el niño o el joven quien decide, pone límites y reglas, establece rituales que ordenan su mundo, tiene la palabra y gana toda su dignidad como persona, con ideas y experiencias propias, persona igual pero específica, única e irrepetible.

Mediadores y libros, indispensables para generar estas Palabras

Un programa que propende por todo lo anterior, debe soportar su trabajo en la mejor calidad de la mediación y de los libros que pone en las manos de los pequeños pacientes y sus acompañantes.


Los libros

Con respecto a la colección de materiales bibliográficos, esta responde a una serie de requisitos indispensables para poder cumplir con la tarea. Es rica en propuestas textuales e ilustradas, en diversidad de géneros y de formatos. Son libros de excelente calidad literaria e informativa., que se seleccionan tomando en consideración el trabajo de otros formadores y promotores de lectura en el país. Y como complemento de estos libros y para tocar otros temas de suma importancia en los momentos de enfermedad, “Palabras que acompañan” - Dolex, ha editado una colección especial de materiales dirigidos a niños y padres : A los niños, dos cuentos cortos, una recopilación de nanas y arrullos con un CD para recordar melodías y una serie de propuestas de juego para cuando se está en cama. A los padres, para que sean mejores acompañantes de sus hijos en los procesos de enfermedad se entregan: recomendaciones para esos momentos de ir al médico, esperar en salas de consulta, o vivir una hospitalización.


Los mediadores

Ya hemos tocado este aspecto cuando señalamos el encuentro con los lectores del programa, que están allí para promover que aquello que busca el programa verdaderamente suceda, para hablar y escuchar toda esa serie de palabras que se generan antes, durante y después de la lecturas. Pero existe otro aspecto importante que enriquece y cualifica aún más su labor, se trata de la elaboración de registros.

Esta es una práctica que llevan a cabo varios colectivos que trabajan por la formación de lectores en diferentes lugares del mundo. La sistematización de la observación personal realizada durante el acontecimiento lector, permite volver al momento, analizar variables y constantes, conocer de lectores y lecturas posibles.

Es una práctica que sirve sobre todo al niño, porque todos estos adultos involucrados en la acción, se toman un tiempo para pensar en él, en la calidad de la relación que a cada momento se construye. Luego de pensada, registrada la observación, nuevamente leída y conversada con otros, los lectores vuelven a leer a y con los niños, pero ya las cosas están completamente modificadas. El niño y sus relaciones son lo primero, no es el libro, ni es la lectura formal

El niño no sabe qué pasó, pero percibe que algo cambió, y es esta serie de cambios y reacomodos para poder establecer verdaderos vínculos, lo que contribuye de manera fundamental a lograr los objetivos del programa y a contribuir a la integración de los pequeños y jóvenes a la sociedad de los alfabetizados.

Un registro de Carmenza Moreno, del equipo de lectores de Bogotá, constituye un buen ejemplo de todo lo anterior:

“Estando en Transmilenio tuve la sorpresa de encontrarme con la mamá de Dayana, 4 años y una de las primeras niñas a quién le leí. La mamá me dijo : “Usted fue la primera persona que le leyó cuentos a mi hija, desde ahí a la niña le gustan mucho los cuentos. El otro día pasamos por una librería y me pidió que le comprara un cuento. Yo le dije que mejor le compraba un juguete o un helado, pero inmediatamente se puso a llorar y hacer pataleta, me halaba del brazo para que entrara y se lo comprara, me desesperé tanto que se lo compré. A Dayana le gustan más los libros que las muñecas; le regalan un libro y grita de la emoción; anda con el libro debajo del brazo para todas partes; pone el libro a su lado hasta para comer; habla con los libros y se rie. Cuando estoy lavando Dayana viene con el libro hasta donde estoy a leerme. Pienso que cuando sea grande va a estar rodeada de libros”.


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Para ver la nota en su página original donde encontrarán más articulos interesantes:

http://www.facartes.unal.edu.co/multimedia/zuleta/memorias/anexos.html#01


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