Rosely Quijano León ©
Entre las acciones sociales que más se han potencializado en los últimos años está, sin duda, el fomento a la lectura. Desde distintas instituciones, organizaciones, proyectos y grupos sociales últimamente se han realizado diversas actividades que promueven la lectura en el Estado, pues si bien a nivel nacional se realiza de manera mucho más masiva, frecuente y desde muchos años atrás, en Yucatán, por ejemplo, hasta este año apenas tuvimos la Primera Feria Internacional de la Lectura (FILEY), comparada con los 26 años que lleva celebrándose la Feria Internacional del Libro de Guadalajara (FIL), por mencionar sólo un caso.
Independientemente de lo anterior, es válido reconocer que las acciones que se realizan para fomentar la lectura por las instituciones y organizaciones que cuentan con los recursos necesarios para hacerlo en macro, definitivamente, repercuten favorablemente en la sociedad, pues ya se tienen muchas más opciones y oportunidades de acercarse a los libros y la lectura. Sin embargo, no hay que olvidar que en el área de fomento a la lectura los proyectos grandes y pequeños tienen el mismo objetivo, más no la misma esencia; el trabajo del mediador o promotor de la lectura nunca podrá suplantarse ni menospreciarse por el alcance cuantitativo que pudiera tener algún proyecto en particular; el trabajo del mediador de lectura es, y seguirá siendo, la pieza clave en la promoción de la lectura, desde el que trabaja con un grupo pequeño hasta el que lo hace con uno más significativo, pero de poco alcance, porque la importancia ahí reside en lo cualitativo, en el trabajo personalizado, de contacto y convivencia entre el mediador, el libro y el lector potencial.
Hace unos días, en la entrevista que realizó el periódico La Jornada a Víctor Moreno, autor de Cómo hacer lectores competentes, menciona lo siguiente respecto al fomento a la lectura: “Se fracasa porque la lectura no es un valor que cotice en la bolsa de la vida. Si pagaran por ser lector no habría ningún problema”; además de que tiene toda la razón yo le añadiría que lo mismo sucede para el caso del promotor o mediador de lectura, el día que se convierta en un trabajo remunerado y deje de ser una actividad de voluntariado, ese día perderá su verdadera esencia porque el trabajo del mediador es de los pocos que aún se hace por gusto y no por necesidad, es un trabajo en el cual recibes como pago sonrisas, horas de convivencia y la satisfacción de ser el puente entre el libro y el nuevo lector. De ahí que en el fomento a la lectura no hay egos, ni competencia, todo lo que se haga pequeño, grande o majestuoso sirve para la misma causa y, al fin y al cabo, el beneficio es para todos porque forjar una sociedad lectora repercutirá en hacer ciudadanos más conscientes, más empáticos y en una convivencia mejor.
Por lo tanto, es válido decir que todo se vale en el fomento a la lectura: ferias, proyectos, liberación o donación de libros, eventos culturales y demás, sin embargo recordemos que muchos años antes, el trabajo modesto y casi anónimo de los cientos de mediadores de lectura (los del Programa Nacional de Salas de Lectura, por ejemplo) difuminados en todo el Estado que trabajan con lectores de todas las edades y en espacios públicos de todo tipo, no debe dejarse en el olvido por lo apabullante de estos nuevos grandes proyectos.
Hace unas semanas se publicaron los resultados del concurso nacional de Fomento a la lectura “México Lee 2012”, y tuve la gran dicha de obtener una mención honorífica en la categoría Fomento a la Lectura en otros espacios educativos, con mi proyecto del Taller Literario de Creación y Fomento a la Lectura que se imparte en el COBAY de Kanasín y Tixpéual, consciente estoy que en Yucatán existen, desde mucho antes que este proyecto, otros muchos más merecedores que el mío, sin embargo, mi intención arriesgada y tal vez atrevida de participar fue con la intención de reconocer y agradecer a los más de 30 jóvenes de la Facultad de Ciencias Antropológicas de la UADY que por medio del programa de Servicio Social confiaron en este proyecto y han sido, definitivamente, el corazón de este logro; mi intención ahora es que sirva como un aliciente para participar en las próximas ediciones del concurso, a todos aquellos mediadores que llevan muchos más años y con proyectos realmente asombrosos a participar. Yo creo que Yucatán tiene todo para ocupar un primer lugar en alguna de las categorías del concurso, sólo es cuestión de participar y dar a conocer sus proyectos, salir del anonimato porque, en mi caso, uno de los motivos fue que la institución donde se desarrolla este proyecto volteara un poco su mirada hacia nosotros y nos diera un poco más de su apoyo, aunque el que hemos recibido de otras instituciones, como la SECAY y el Programa Salas de Lectura, así como la propia Facultad de Ciencias Antropológicas y “Rutas Literarias”, han sido más que suficientes para llegar hasta donde hemos llegado.
No es el ego ni el querer un papel protagónico lo que te lleva a participar en un concurso de Fomento a la Lectura, son las ganas de demostrar que sí se pueden formar nuevos lectores y la manera más digna de agradecer a todos los que han hecho posible que este pequeño proyecto salga adelante y tenga aún muchos ánimos por seguir.
Fotografía tomada de: https://www.facebook.com/Tallerliterariocobay
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