“Inoperante y perfectible”, la Ley del libro y la lectura


Por: Yanet Aguilar Sosa
Lunes 25 de abril de 2011
El Universal




A un año de la publicación de su Reglamento, apenas funciona en varias librerías y por iniciativa de ciertos editores el precio único, que fue uno de sus ejes

Falta crear un organismo que regule el precio único y establecer sanciones para quien incumpla la ley.

La Ley de Fomento para la Lectura y el Libro es, para algunos profesionales relacionados con la edición, una ley muerta en el sentido de que no puede cumplirse. Y las críticas van más allá: la conciben además como una ley “sin dientes”, pues al no tener sanciones para quien incumpla con asuntos nodales de la misma, como el precio único, se vuelve una ley inoperante, que exige ser perfeccionada.

A un año de que fue publicado el Reglamento que contiene las disposiciones de dicha Ley y a diez meses de la publicación de los Lineamientos para el Funcionamiento del Registro del Precio Único de Venta al Público de los Libros, persiste la urgencia de perfeccionar esa polémica Ley del libro que fue firmada por el presidente Felipe Calderón y publicada en el Diario Oficial de la Federación el 23 de julio de 2008, luego de tres años de gestiones, un veto presidencial y largas de discusiones.

Esa Ley, que vivió un largo proceso y que se aprobó entre la polémica, la oposición y las críticas, después de publicada vio pasar casi dos años para que el 23 de abril de 2010 se publicara por fin su Reglamento de la Ley de Fomento la Lectura y el Libro. Sin embargo, a un año de distancia, involucrados con la cadena del libro y la lectura aseguran que a la Ley le hace falta andar mucho camino porque es absurda, nació muerta, sin dientes y debe ser perfectible.

Aunque el tema del precio único y su impacto en las librerías sigue siendo un asunto criticado por muchos porque es imposible sujetarse a él pues no implica sanciones, también el tema del fomento de la lectura, genera críticas.

Ha sido un año sin grandes iniciativas a favor de la lectura y el libro que den de qué hablar, aunque en la Ley y el Reglamento se insista en crear acciones permanentes de impulso a la lectura a través de la red de bibliotecas públicas, salas de lectura, bibliotecas escolares, de aula y dotación de acervos.



Ley absurda y sin dientes

Rolando Armesto, director general de la cadena de Librerías Dante de Yucatán, quien siempre ha sido un opositor de la Ley y del precio único, asegura que en cuanto a las librerías es como si no existiera ninguna ley. “De hecho, es una Ley que no tiene dientes porque no tiene sanciones y por tal motivo cada quien hace lo que quiere”.

Para el empresario yucateco, quien hace unos meses emprendió una nueva aventura al abrir un centro cultural, la del libro es “una Ley absurda que gracias a Dios no se cumple”, e incluso cree que para todos los que la impulsaron, dígase iniciativa privada o sector público, representa un fracaso y una muestra más de su incompetencia.

“Con esta Ley, con su Reglamento, con sus Lineamientos están obligados a todo, sin embargo no se cumple porque no hay sanciones, con lo que digo pareciera que yo quisiera sanciones, pero no es así, yo no quiero ni la Ley. Por ejemplo, si a usted le dicen que está prohibido pasarse la luz roja pero no hay una sanción, es ley muerta, es una Ley que no tiene dientes, no tiene cómo sancionar a quienes la violan, es un espíritu absurdo; es como que nos pongamos a tomar decisiones que al final de cuenta no se van a llevar a cabo”, señala el librero.

Mientras Armesto opina que es una Ley muerta porque no se puede implementar, Guillermo Quijas Corzo-López, editor, gestor cultural en Oaxaca y librero, dice que no la ve muerta, más bien cree que a esa Ley, a su Reglamento y a los Lineamientos les faltan algunas cosas para poderla profesionalizar y que pueda estar completa.

“Ha sido difícil su cumplimiento en muchas ciudades de la República, incluso en el DF. Se han logrado algunos acuerdos de grandes empresas editoriales que obligan a las librerías a respetar el precio único porque sino no les venden nada, pero esas son herramientas para conseguirlo y creo que no debería ser así”, opina el director de editorial Almadía y presidente de la Asociación de Libreros de México.

Reconoce que la Ley del Libro es uno de los pasos importantes que se han tomado en los últimos tiempos para el fomento del libro, pero que por desgracia no se ha cumplido en todo el país.

Para Guillermo Quijas, la Ley y el Reglamento se pueden cumplir “es cosa de la voluntad de cada una de las personas, pues hay quien está de acuerdo con el precio único”; sin embargo es consciente de que es una Ley que también se puede incumplir.

“Es cumplible pero por desgracia en México es necesario poner sanciones con esta Ley como con muchas otras; también es necesario un organismo regulador que revise y vea que sí se cumpla; creo que en el momento en que se establezcan estas sanciones y un organismo regulador, esta Ley podría tener resultados más palpables”, señala Quijas Corzo-López.



Algo tiene de bueno

Entre las bondades de la Ley de Fomento para la Lectura del Libro, de su Reglamento y los Lineamientos para el Registro del Precio Único de Venta al Público, Guillermo Quijas celebra que sea una legislación surgida de la industria editorial, del sector librero y de algunos escritores, además de que fomente la lectura y el libro.

Pero Armesto señala que no hay que olvidar el presupuesto y recuerda la historia de un comediante italiano que contó que de chico le dijeron que habían puesto las estrellas en la noche para iluminar, pero como la noche siempre está oscura, él decía que había un problema entre el presupuesto y los resultados: hay demasiadas estrellas y poca luz.

“Si nosotros le queremos ver el lado bueno sin ver el presupuesto y el esfuerzo que lleva, pues de repente vemos positivo que ahora hay una base de datos que se ha ido creando para que los libros se registren y también que las librerías están tratando, hasta cierto punto, de dar menos descuentos y cuidar los precios y competir más en servicios que en descuentos”, dice. Sin embargo, el librero reconoce que puede haber dos o tres detalles positivos, pero no hay relación entre el presupuesto y los resultados: “demasiadas estrellas para tan poca luz”, pues recuerda que para esta Ley por años hubo gente reuniéndose, después fue votada por los legisladores, vetada por el ex presidente Vicente Fox, que luego se creó un comité para llevarla a cabo y más tarde vinieron muchas gestiones hasta que se aprobó.

“Todo este esfuerzo para los resultados que hay... pues entonces es una perdida de presupuesto, de recursos y de tiempo; en ese sentido, resaltar los mínimos logros que han surgido, pues yo no lo creo; el resultado evidente es que hay menos librerías en el país, que la crisis ha afectado a estas librerías y que la Ley no ha servido absolutamente para nada”, enfatiza Armesto.

Quijas Corzo-López ve el lado bueno del registro, cree que esa base de datos que se está gestando para el precio único, servirá como medida de promoción, de saber lo que se está haciendo en México y para tener estadísticas; sin embargo no puede dejar de ver que en ese registro que está a cargo de Conaculta, faltan muchos libros, pues las editoriales no están obligadas a hacerlo.



Fomentar la lectura y el libro

Una de las líneas principales, además del precio único, es el fomento a la lectura y el libro que es punto básico en el Reglamento en el cual se habla de bibliotecas de aula, bibliotecas escolares y bibliotecas públicas y dice en su artículo 5 que corresponde a la Secretaría de Educación Pública y al Consejo Nacional para la Cultura y las artes “Situar a la lectura y el libro como elementos fundamentales para el desarrollo integral de la población”.

Para ello, establece entre otras tareas, diseñar estrategias para la formación de lectores y de vinculación de la educación con la lectura; implementar mecanismos de cooperación; establecer salas de lectura y apoyar programas orientados a la apertura de librerías y la modernización de su infraestructura; sin embargo, son tareas que los entrevistados no han visto hasta ahora.

Lo cierto es el primer año del Reglamento no ha dado resultados visibles en cuanto al fomento de la lectura ni del libro; los editores y libreros dicen que el gobierno siempre ha tenido algunas medidas en pro el del libro, pero este año no ha hecho algo diferente ni más efectivo. Rolando Armesto señala que aquí como en otras áreas de la vida nacional lo que sobran son las palabras y lo que faltan son los hechos.

“Yo no siento grandes cambios, creo que es lo mismo, siempre es así, siempre se hacen algunas cositas en cada sexenio, pero en realidad no hay nada significativo, si lo hubiera estaríamos hablando de eso, he visto algunos spots en la televisión diciendo que se pensaba que el libro iba a desaparecer y al final de cuentas no. Francamente es como decir que en el combate a las drogas se ha logrado algo, lo que se ha logrado es un montón de muertos. Yo veo cada vez menos librerías, más problemas y cómo pierden el tiempo en lugar de hacer las cosas como se deben hacer”.

La publicación del Reglamento hace año fue muy celebrada por Victorico Albores, presidente de la Cámara Nacional de la Industria Editorial Mexicana (Caniem), quien lo calificó de “un gran paso”, pues dijo que “todo lo que conlleve a fortalecer nuestra industria editorial en pro de la lectura y el libro es fundamental. Debemos privilegiar la lectura y el libro como vehículos para mejores sociedad y ser mejores país”.



Pero ese reglamento no ha generado grandes cambios.

Quijas no ve cambios palpables “porque aunque sí hay muchas librerías que han asumido la Ley, sin que nadie se las imponga y algunas editoriales también, lo mismo que algunas ferias, todavía no es un tema palpable. Primero hay que seguir trabajando en que existan estas sanciones a la par del programa nacional de fomento para la lectura y el libro y, entonces, cuando ya todos estemos alineados, vendrá un tiempo en que estemos en la misma dinámica que permita dar resultados concretos”.

El líder de los libreros dice que ellos están haciendo su parte. Quijas no sólo es miembro del Consejo Nacional de Fomento para el Libro y la Lectura, que fue creado como órgano consultivo, sino que tiene varias propuestas junto con los editores del país.

Entre ellas están regularizar el mercado de libros de texto, tasar los libros a cero; crear beneficios fiscales para que las nuevas librerías no paguen impuestos por un tiempo con el fin de incentivar la creación; capacitar a vendedores de piso. Ideas que, en conjunto, pueden incentivar la lectura en México.

EL UNIVERSAL solicitó entrevista al Conaculta, con el encargado del Sistema de Registro del Precio Único, pero no hubo respuesta; tampoco la hubo con la petición, sobre el mismo tema, al presidente de la Caniem.


Fotografia: Archivo de El Universal.



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