Mireya Priego López de Arjona. Bibliotecaria con trascendencia


Edgar A. Santiago Pacheco
.
Flor I. López Bates.



En este apartado pretendemos abordar dos líneas paralelas en la vida de Doña Mireya, una de ellas asociada con el papel de fundadora y artífice de la publicación del Boletín de Bibliografía Yucateca, y otra relacionada con su larga labor de bibliotecaria en Yucatán, a manera de homenaje a la única sobreviviente de ese notable proyecto educativo que fue la “Biblioteca Crescencio Carrillo y Ancona” y su destacable órgano informativo el Boletín de Bibliografía Yucateca.


Doña Mireya nació en pleno período revolucionario, el 8 de julio de 1915 en Ciudad del Carmen, su padre el Tabasqueño D. Severo Priego Ocaña falleció en la revolución siendo ella menor, su madre Alicia López González originaria de Maxcanú y profesora de profesión la vio crecer junto con su único hermano Severo Priego López. Se caso con otro reconocido universitario, Humberto Arjona Torre, con quién procreo seis hijos.

Doña Mireya concluye su Bachillerato en 1933, a los 18 años de edad en el Instituto Literario, explica sobre esto “no había carreras de mi interés. En esos años sólo había Derecho, Medicina pero ninguna me interesaba, por lo que terminé dedicándome por completo a ser bibliotecaria, [a la profesión] no se le daba ninguna importancia, ser bibliotecaria era ser una empleada de lo más bajo que podría haber. Empecé por casualidad, ya que cuando estudiaba, bajaba a la biblioteca y platicaba con la bibliotecaria [Carolina Herrera] y en una ocasión me comentó que se iba a retirar y que si no deseaba quedarme en su lugar, por lo que le respondí que sí. Sólo era necesario hablar con el Rector para que me dieran el nombramiento como bibliotecaria” (1).

Para el 9 de enero de 1933 el rector de la Universidad Efraín Gutiérrez Rivas nombraba a la joven bachiller como nueva encargada de la Biblioteca Universitaria (2). En octubre de 1935, el gobernador del estado Cesar Alayola Barrera era sustituido por el Licenciado Fernando López Cárdenas que era su Secretario de Gobierno, tras una Huelga de Ferrocarrileros, este último nombró en febrero de 1936 como nuevo rector de la Universidad del Sureste, al doctor José Jesús Amaro Gamboa, quién realizó reacomodos en la Biblioteca, nombrando como nueva responsable de la misma a la Señorita Adda Campos, quien sería sustituida unos meses después por el estudiante de Medicina Tomás Alvarado Lara (Ruz Hernández 1996:48,49).

Sobre este hecho Doña Mireya nos narra lo siguiente, trajeron al Dr. Amaro de México para que fuera rector y “cambiaron a todo el personal de la biblioteca [Universitaria], a la biblioteca del estado, la Cepeda Peraza que estaba [a un costado] de la Catedral, a lado de la iglesia de San Juan de Dios, esta iglesia era parte de la biblioteca, estaba cerrada y allí se encontraba la colección de libros que perteneció a Crescencio Carrillo y Ancona. Pero el prof Barrera Vásquez no tenía personal, estaba llegando de México y no conocía a nadie, y por casualidad se encontró con que las bibliotecarias de la noche de la Cepeda, se quejaban de que nadie del día quería hacer el turno, entonces el nuevo director decidió que yo trabajase en la Carrillo y Ancona por las noches, ya que yo trabajaba de 18:00 a 22:00 horas en la Biblioteca Central de la Universidad. Y en parte este cambio lo acepte porque el profesor Barrera visitó la Biblioteca Central y me platicó de su proyecto, el cual me agrado” (3). De esta manera se iniciaría una fructífera relación que mostraría sus frutos, entre otras maneras, a través del Boletín de Bibliografía Yucatanense. Más adelante en el apartado correspondiente, retomaremos el papel de Doña Mireya en el establecimiento y funcionamiento de la Biblioteca Carrillo y Ancona y el papel tan activo que desempeñó en la publicación del Boletín.

Ahora simplemente insertaremos algunos párrafos sobre su labor como bibliotecaria, y resaltaremos el hecho de su participación en actividades académicas en una época donde las mujeres tenían poco espacio para desarrollarse en esas labores.

En su estancia en la Biblioteca Crescencio Carrillo y Ancona nos dice que “tenía que hacer fichas, atender al público, clasificar libros, anotar las nuevas adquisiciones, hacer algún artículo del Boletín” y realizar otras actividades. Una de ellas es la siguiente, en 1937 se descubre un diccionario Maya en Austria (4), una copia de este es donada a la Carrillo y Ancona, la copia sirvió para elaborar la ponencia “Un nuevo vocabulario Español-Maya”, con la cual participo en el XXVII Congreso Internacional de Americanistas celebrado en la ciudad de México en 1939. Doña Mireya pudo participar en este congreso gracias al apoyo otorgado por el gobierno y con tal suerte que su ponencia termino por ser publicada en el Libro de Actas de la Primera Sesión el cual fe editado por el INAH.

Anota sobre esta experiencia “entonces de ese diccionario, lógicamente para darle publicidad se hizo un artículo en donde se describía, ya que estaba en manuscrita todo su contenido hasta los nombres en los márgenes, he hice lo que pude y se publicó en el Boletín y creo que en el periódico (…) Pero se dio la casualidad que en ese año de 1939, la Sociedad internacional de Americanistas realizó su reunión en México y entonces el gobierno me dio pasajes para ir a esa reunión y llevar mi artículo y con la suerte que me dieron una medalla” y bromea “ creo que por hacer la travesía, ya que en esa época se tenía que ir a Veracruz en barco y de allí en tren hasta México”(5) .

Entre otras actividades, doña Mireya también participo en la elaboración de la Enciclopedia Yucatanense de la cual tuvo a su cargo el Tomo VIII, que correspondería a la “Bibliografía General Yucatanense” la más completa y minuciosa para su época, la cual hasta la fecha no ha sido superada, aunque obviamente no está actualizada.

Se mantuvo laborando en la Biblioteca Carrillo y Ancona hasta el año de 1959 que regresa, junto al Br. Benito Pacheco Gamboa, a la Biblioteca Central de la UDY por un periodo de tres meses, para suplir la ausencia por licencia de los titulares de ese entonces, los bachilleres Carlos Santos Palomo y Luis Felipe Duarte Moguel. Posteriormente se integraría permanentemente a la Biblioteca Central en el mes de julio de 1961 como Catalogadora oficial de esta biblioteca, con lo que se ocuparía de una tarea que realizaba de manera personal el mismo Director del Departamento de Bibliotecas de la UDY (Ruz Hernández 1996:114, 129,146).

Es de mencionarse que doña Mireya regreso a la Biblioteca Central gracias a la confianza que le deposito el entonces Director del Departamento de Bibliotecas de la UDY, el Lic. Rodolfo Ruz Menéndez, el cual asumió este cargo el 1º de septiembre de 1956 tras ser nombrado por el Rector Lic. Francisco Repetto Milán (Ruz Hernández 1996:108).

Sobre su regreso a la Biblioteca Universitaria nos comenta “estando en la Carrillo y Ancona, por los años 50, el abogado Ruz Menéndez, cuando se hizo cargo de la Biblioteca de la Universidad y vio en que estado estaba, pues me llamó para que fuese a la Biblioteca de la Universidad a trabajar (…) no había oficial de servicio, había uno que medio barría pero los libros no los sacudía nadie, Así cuando terminaba de clasificar terminaba con las manos como si hubiese trabajado con la tierra”(6) .

En la biblioteca Universitaria se vieron los frutos de su trabajo, cuando a finales de noviembre de 1965 el Catalogo General de la Biblioteca Central Universitaria entro en servicio, y en julio de 1966 publicó el “Catalogo de las publicaciones periódicas yucatecas de la Hemeroteca Universitaria” dentro de la Revista de la UDY número 45-46 de mayo-agosto en la cual colaboro junto con el Lic. Rodolfo Ruz Menéndez (Ruz Hernández 1996: 162, 165).

Para 1973 publicó el pequeño libro Origen y Evolución de Progreso el cual fue escrito con motivo de un aniversario más de la fundación de este puerto, decía al respecto “Es que para el aniversario de la fundación de Progreso se hizo un concurso y yo mandé un trabajo donde aparecen todos los informes que yo tenía, porque teníamos muchos de la fundación de Progreso, e hice un librito” (7). En 1975 doña Mireya Priego se jubila de la Biblioteca Crescencio Carrillo y Ancona tras casi 37 años de laborar en esta biblioteca, pero continúo con su labor de Catalogadora en la Biblioteca Central.

Un día importante para ella fue el 2 de octubre de 1976, con motivo del Día del Bibliotecario, recibía de manos del Dr. Rosado G. Cantón, rector de la UDY, un diploma que la declaraba “Bibliotecaria Emérita” por los extraordinarios servicios prestados a la bibliografía yucatanense y al progreso y desarrollo de las bibliotecas Crescencio Carrillo y Ancona y Central Universitaria. El 16 de septiembre de 1977 fue designada por el Licenciado Ruz Menéndez, bibliotecaria técnica y encargada del primer turno, de la Biblioteca Dr. Alfredo Barrera Vásquez de la Escuela de Ciencias Antropológicas. Para mayo de 1983 doña Mireya ya estaba de vuelta en la Biblioteca Central reiniciando su labor de clasificación tras recibirse nuevo material (Ruz Hernández 1996: 256, 265,297; Yucatán 1998 v.5: 205).

En 1986 doña Mireya estuvo a cargo de la Sección de Organización de Recursos Documentales de la Biblioteca Central, cargo en el cual realizo varas exposiciones de libros conmemorativos. Finalmente se jubiló en diciembre de 1988 tras más de 30 años de servicio ininterrumpido a la universidad en sus diversas fases, así como en varías de sus bibliotecas. La falta de su presencia en la Biblioteca Central enseguida se hizo notar, ya que no se le veía organizando los libros y ya no estaba para ayudar a sacar de sus dudas a todo aquel usuario que la necesitara. Al final dio alegría su retiro por que por fin obtenía su tan merecido descanso, pero causo tristeza por que se retiraba tan valiosa persona en la historia de la Universidad (Ruz Hernández 1996: 322-323).

Para terminar de reconocer su valor como persona y como profesional, doña Mireya recibiría diversos reconocimientos en los siguientes años. En 1997 Bibliotecarios del Sureste S.A. (BISAC) le hacía un meritorio homenaje, y en 1998 el gobierno de Yucatán le entregaba la medalla Yucatán por su vida dedicada a la Cultura y por su gran apoyo al desarrollo de las Bibliotecas en el Estado (Yucatán 1998 v.5:205).

Doña Mireya Priego López de Arjona, es una de las primeras profesionales de la bibliotecología en Yucatán. Con el título de Bachiller, título meritorio en su época, supo desempeñar un papel de trascendencia en Yucatán y en su momento se relacionó e interactuó con intelectuales de talla mundial (Morley, Thompson, Roys, etcétera) nos heredó su profesionalismo en la organización de las bibliotecas y su minuciosidad en la investigación bibliográfica, pero sin duda lo más notable de ella es su pasión y dedicación a la profesión.


2 comentarios:

Anónimo dijo...

Tuve el honor de tener a Dña Mireya muy de cerca e indudablemente era siempre en su trato,una dama. Todos sus logros en su vida profecional son plenamente encomiables. Ella era no solo bella fisicamente, sino que era decidida, fuerte, firme y muy dulce y tierna a la vez. En donde quiera que ella este, vaya la Luz , el amor hacia ella de todos los que tuvimos el privilegio de convivir con Dña Mireya Priego Lopez de Arjona, ejemplo de dedicación al trabajo, del amor a la familia. Fue una mujer maravillosamente humana. LA EXTRAÑAMOS.
-ISOLDA

Unknown dijo...

Muy buen artículo de una mujer extraordinaria. Solo una pequeña aclaración: cuando la nombraron el 16 de septiembre de 1977 bibliotecaria técnica y encargada del primer turno, de la Biblioteca Dr. Alfredo Barrera Vásquez de la Escuela de Ciencias Antropológicas, fue por medio tiempo. Ella siguió trabajando medio tiempo en la Biblioteca Central como catalogadora. En mayo de 1983 doña Mireya consiguió que le dieran su tiempo completo en la Biblioteca Central. Así que nunca se fue, solamente unificó sus dos medios tiempos.


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