“Porque la literatura es un deporte extremo, por eso la practican las mejores mentes, las más arriesgadas e intrépidas”, aseguró este miércoles el escritor mexicano Juan Villoro, al reunirse con preparatorianos en la Ciudad de México, a quienes intentó motivar para que se acerquen a los libros.
En su visita a la Escuela Nacional Preparatoria no 4, que forma parte del ciclo “Los fabuladores y su entorno”, organizado por la Dirección de Literatura de la UNAM, Villoro les habló del escritor George Christopher Lichtenberg, como un autor muy interesante del siglo XVIII.
Hay gente que vuelve mejores a los libros gracias a que le aporta sus emociones, sus ideas.
Ante un auditorio de casi 400 jóvenes, Villoro les relató que por desgracia él fue un lector muy tardío porque su casa estaba llena de libros que le parecían ajenos, lejanos a su realidad.
“Es como el paracaidismo: hay algunos que lo practican por deporte, porque tienen esa emoción del riesgo y las emociones fuertes, sin embargo, en las circunstancias críticas, en las catástrofes, la lectura es como el paracaídas, se convierte en algo que te puede salvar la vida”, aseveró el autor de “La casa pierde”.
En su visita a la Escuela Nacional Preparatoria no 4, que forma parte del ciclo “Los fabuladores y su entorno”, organizado por la Dirección de Literatura de la UNAM, Villoro les habló del escritor George Christopher Lichtenberg, como un autor muy interesante del siglo XVIII.
Él decía, recordó, que un libro es como un espejo, si un mono se asoma a él no puede ver reflejado un apóstol y viceversa. Eso quiere decir que nosotros le aportamos a la lectura lo que llevamos dentro.
Hay gente que vuelve mejores a los libros gracias a que le aporta sus emociones, sus ideas.
“Creo que la lectura es un espejo interior: puede ser algo muy arriesgado porque no todo mundo quiere ver sus facciones interiores, puede ser algo extremo, algo peligroso, pero justamente por eso vale la pena.Yo creo que la literatura es un deporte extremo” declara el autor.
Ante un auditorio de casi 400 jóvenes, Villoro les relató que por desgracia él fue un lector muy tardío porque su casa estaba llena de libros que le parecían ajenos, lejanos a su realidad.
“La lectura nunca estuvo en mi horizonte. Como todos los niños me acerqué a un libro por obligación en la escuela, el primer libro que leí fue El cantar del Mío Cid, que se convirtió en mi gran héroe pero porque antes había visto una película basada en ese libro”, comentó. Por eso, les aconsejó acercarse a la lectura por gusto y no por obligación; que compartan los hallazgos de la literatura que les ha gustado con otros compañeros, y que en principio busquen libros que les reflejen su propia realidad y lenguaje, para que no los abandonen por sentirlos ajenos a lo que están viviendo.
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