Se dice que en México cada vez se lee menos, idea que nos hemos creído sin cuestionar, y nos la hemos creído tanto que nos hemos centrado en recetar libros y lecturas como remedios universales para todos los problemas. Nos hemos olvidado de los lectores, que sí existen y de lo que podemos hacer con las lecturas. Nos hemos olvidado de vincular la lectura a la realidad, motivar el pensamiento, dialogar con el texto.
Este hecho contribuye a fortalecer la idea de que la escritura de textos y la lectura son actividades exclusivas de cierta élite, aún más al tratarse de la lectura y escritura de textos literarios. De esta forma se gesta una marginación que lejos de resolver el problema, lo grava más.
Entre los grupos de personas marginadas de esta actividad intelectual y creadora se encuentran, entre otros: Analfabetas, indígenas, hombres y mujeres en prisión.
Así es como Verónica García en su spaces.live. comienza a hablarnos de esta sala que es una de las más activas y productivas.
¿Por qué interesarnos en las mujeres en situación de cárcel?
En México casi 7 500 mujeres están privadas de su libertad, mismas que representan el 4.4% del total de la población recluida en los 446 centros penitenciarios del país. Según información del Instituto Nacional de las Mujeres (INMUJERES) de estos centros, únicamente diez son exclusivos para mujeres, y de los 436 restantes, sólo 220 cuentan con un departamento específico donde albergan a las detenidas (Inmujeres: 2001).
El sistema penal es un ejemplo especialmente dramático de la situación de las mujeres en nuestro país. De acuerdo al informe emitido por el INMUJERES en el Foro Nacional sobre Hijos e Hijas de Mujeres Reclusas (2001), la inmensa mayoría de las mujeres reclusas está presa por cometer delitos de carácter económico, en los que el hombre tuvo una participación directa o indirecta. Sin embargo, las reclusas reciben condenas hasta 25% más altas que los hombres por delitos similares. Los delitos por los cuales son acusadas las mujeres se relacionan con la pobreza, con el bajo nivel educativo, la violencia y las limitadas oportunidades de empleo que enfrenta.
El taller de Escritura Femenina del Cereso de Mérida inicio el 22 de marzo de 2005 con 20 alumnas, unas se han ido, tanto del taller como del Cereso mismo, y otras más se han incorporado con el objetivo de conocer recursos para expresar sus memorias,recuerdos, sueños y fantasías.
Sin embargo, en las primeras semanas, conforme avanzaba el programa de taller nos enfrentamos a los primeros problemas: Nos faltaban hojas suficientes para escribir; los lápices no funcionaban: se les quiebra la punta y es imposible contar con un sacapuntas; pero lo peor fue ¿Cómo revisar un cuento de Rulfo, Arreola o Rosario Castellanos, sin una biblioteca? ¿Qué familiar se detendría en una librería para comprar un libro cuando está atendiendo en tiempo y dinero un problema legal?
Los lápices y hojas pronto dejaron de ser una preocupación, ya que la administración del Cereso se encargó de proporcionar libretas y plumas suficientes para las talleristas; se inició una campaña entre compañeros escritores para reunir algunos libros. Estos libros dieron origen a un pequeño círculo de lectura que comenzó con trece libros y las integrantes del taller. Poco a poco se fue extendiendo a otras internas, así como el número de libros se fue incrementando a partir de las donaciones de la Biblioteca Central Manuel Cepeda Peraza, del Instituto de Cultura de Yucatán y de algunas internas, y por supuesto, al recibir el acervo del Programa Salas de Lectura.
La Sala de Lectura Zedík hoy cuenta con 350 libros, y en ella participan el 70% de la población femenina de Cereso de Mérida, algunas custodias y niños que van de vista.
El taller de Escritura Femenina y la Sala de Lectura son proyectos diferentes que se desarrollan en momentos y espacios diferentes, con procesos diferentes, pero que coinciden en el disfrute de la palabra oral y escrita.
En el taller de Escritura Femenina las participantes aprenden recursos lingüísticos para la creación literaria, desarrollan sus habilidades de lectura, análisis y reflexión con obras mexicanas y extranjeras para establecer mecanismos que les permitan relacionar su condición de mujer en un espacio sexual, textual, corporal, cultural y político, donde construyan su noción de identidad y la expresen a través de la escritura de cuentos y poemas. La disciplina, el trabajo literario constante, el aprendizaje de recursos y el deseo de comunicar sus ideas y emociones en una forma literaria son las características principales de este taller.
La Sala de Lectura en el Cereso de Mérida permitió que el taller de Escritura Femenina tenga una fuente importante de libros para generar historias, tener modelos, realizar ejercicios, y favorecer su formación como escritoras. Pero más allá, de estas mujeres que son las que escriben, las que publican, están las que aceptan la invitación de doña Leydi, interna colaboradora de la Sala, o las que por propia iniciativa se acercan a prestar algún libro y silenciosamente lo leen en su celda; las celadoras que leen algún libro para no dormirse en el turno nocturno, los niños que en días de visita tienen un libro como vínculo de convivencia con sus madres, tías o abuelas, y aquellas internas que prestan cinco o seis libros para compartirlos con sus compañeras de módulo que no se acercan directamente.
La Sala de Lectura es una opción para las mujeres que llegan al Cereso de Mérida, una opción de entretenimiento, de refugio emocional, de convivencia, de desarrollo intelectual. El objetivo, aunque pueda calificarse de simple, es proporcionar a este grupo de mujeres libros de diferentes autores, con diferentes contenidos que les permitan elegir y tomar de ellos lo que necesiten; sin embrago, algunas de ellas han encontrado a través de la Sala su deseo de escribir, de contar, de cantar y se han acercado al taller, otras escriben sin ir al taller; y otras más, han encontrado una motivación para alfabetizarse. También están las que leen en voz alta a sus compañeras analfabetas o maya hablantes, y las que ahora quieren tener su propia Sala de Lectura.
La Sala de Lectura Zedík se ha multiplicado en pequeñas salas de lectura en diferentes módulos. Algunas de las participantes se reúnen, una o dos veces a la semana, con otras compañeras. Por ejemplo, Melba Tec se reúne con mujeres que no saben leer y otras más que son maya hablantes. Arieta Méndez lee en voz alta mientras sus compañeras urden hamacas. Zindy Abreu reúne a las más jovencitas del penal para disfrutar de relatos eróticos. Doña Leidy va de módulo en módulo con los libros de la Sala; por su parte, Carmen Gómez está pendiente de llevar a doña Leidy los papelitos con los títulos de los libros que quieren leer las castigadas.
Así se vive la vida de la Sala de Lectura Zedík en el Cereso de Mérida, sin restricciones, sin ataduras, sin requisitos, sólo el libre deseo de leer. Cada interna ha hecho de la Sala su sala, de los libros, sus libros. El resultado es que de acuerdo a los registros, setenta de las cien mujeres internas en Cereso de Mérida presta de cinco a veinte libros al mes, algunos para sí y otros para compartir con sus compañeras.
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